Presentación

¡Bienvenid@s!

En este blog podréis encontrar algunos enlaces interesantes para llevar a cabo lo que os pedimos en el curso El cuento musical 2.0: creación de materiales didácticos, y para seguir trabajando con las TIC cuando lo terminéis.

Esperamos que os sea útil

ENRIQUE y BERTA

5 dic 2013

El ciego y el cazador, de Beatriz Jodar


Notas de Beatriz:

Antes de comenzar con el cuento, el profesor explicará la actividad que se va a realizar y dividirá a la clase en varios grupos. Cada grupo se encargará de utilizar un instrumento o de hacer el sonido que el profesor le indique en el momento que les toque del cuento. Esto es debido a que es posible que en cada diapositiva tengan que emitirse varios sonidos en momentos diferentes de la lectura y gracias a las indicaciones del profesor los alumnos sepan en cada momento cuándo les toca. Una vez explicado todo esto se comenzará con el cuento y finalmente se hará un debate para ver lo que los alumnos han entendido y aprendido de él. 

El ciego y el cazador  
(1ª diapositiva)
Había una vez un hombre ciego que vivía con su hermana en una cabaña junto al bosque.  (Imitamos el sonido de las hojas moviéndose con el viento con el palo de lluvia, inclinándolo poco a poco) 
El ciego era un hombre muy inteligente. Aunque no podía ver, parecía saber más sobre el mundo que quienes tienen una vista de lince. Todos los días se sentaba a la puerta de su cabaña y charlaba con la gente que pasaba. Los que tenían problemas o querían saber algo acudían a consultarle, porque el ciego siempre daba buenos consejos y acertaba en todas sus respuestas. 
- ¿Cómo puedes ser tan sabio? –le preguntaba la gente con asombro. 
El ciego siempre contestaba con una sonrisa: 
- Porque veo con las orejas –decía. 
(2ª diapositiva)
Un día, la hermana del ciego se enamoró de un cazador de otro poblado, y muy pronto decidieron celebrar la boda. La pareja se casó y, tras el banquete, el cazador fue a vivir a la cabaña de su esposa. 
Pero el cazador nunca tenía tiempo para estar con el hermano de su mujer. 
¿De qué sirve un hombre ciego? –solía decir. 
Y su mujer le respondía: 
- Esposo mío, mi hermano sabe más sobre el mundo que la gente que ve. 
- ¡Ja, ja, ja! –reía el cazador-. ¿Qué puede saber del mundo un hombre que se ha pasado la vida en la oscuridad? ¡Ja, ja, ja, ja…!
Cada día el cazador se adentraba en el bosque con una lanza, flechas y trampas, y, cuando regresaba al poblado al caer la tarde, el ciego siempre le decía: 
- ¿Por qué no me llevas mañana a cazar contigo?
Pero el cazador respondía que no con la cabeza. 
- ¿De qué sirve un hombre ciego? –repetía. 
Así pasaron los días y las semanas y los meses, y cada tarde el ciego le decía al marido de su hermana: 
- ¿Por qué no me llevas mañana a cazar contigo?
Y cada tarde el cazador le decía que no. Pero una tarde, el hombre ciego lo encontró de muy buen humor, porque el cazador había capturado una gacela enorme. Su mujer la asó al fuego y, cuando acabaron de cenar, el cazador se volvió hacia el ciego y le dijo: 
- Está bien, mañana vendrás a cazar conmigo. 
(3ª diapositiva)
Así que a la mañana siguiente los dos hombres se fueron juntos al bosque (golpes con los pies simulando los dos hombres caminando). El cazador cargaba con la lanza, las flechas y las trampas, y llevaba de la mano al ciego para guiarlo por el sendero que serpenteaba entre los árboles. Tras varias horas de camino, el ciego se detuvo de pronto y tiró de la mano del cazador (golpe fuerte con el pie en el suelo).
- ¡Chsss! –dijo-. ¡Por aquí cerca hay un león!
El cazador miró a su alrededor, pero no vio nada. 
- Por aquí hay un león –insistió el ciego-, pero no te preocupes. Tiene la barriga llena y duerme como un cachorrillo a la sombra de un árbol. No temas: no nos atacará. 
(4ª diapositiva)
Los dos hombres siguieron caminando, y poco después el cazador comprobó que el ciego tenía razón: al margen del camino había un gran león que dormía la siesta a la sombra de un árbol. 
Cuando pasaron de largo, el cazador preguntó: 
- ¿Cómo has sabido que por aquí había un león?
El hombre ciego le respondió con una sonrisa: 
- Porque veo con las orejas –dijo. 
Al cabo de un rato, el ciego se detuvo otra vez y tiró de nuevo de la mano del cazador. 
- ¡Chsss! –dijo-. ¡Por aquí hay un elefante!

(5ª diapositiva)
El cazador miró a su alrededor, pero no vio nada. 
- Por aquí hay un elefante –insistió el ciego-, pero no tenemos que preocuparnos… Se está bañando en una charca y no nos atacará. 
Los dos hombres siguieron caminando por el sendero y poco después bordearon una charca donde se bañaba un elefante enorme. El agua le llegaba hasta las rodillas, y se echaba chorros de lodo en la espalda (tocar una nota con un salterio repetidas veces). 
Cuando pasaron de largo, el cazador preguntó:
- ¿Cómo has sabido que por aquí había un elefante?
Y el hombre ciego le respondió con una sonrisa: 
- Porque veo con las orejas –dijo.
Los dos hombres siguieron caminando hasta llegar a un claro del bosque (golpes en el suelo con los pies). Entonces el cazador dijo: 
- Tenderemos las trampas aquí. 
El cazador tendió una de las trampas y le enseñó al ciego a preparar la otra. Cuando las dos trampas estuvieron montadas, el cazador dijo: 
- Mañana volveremos para ver qué hemos capturado. 
(6ª diapositiva)
Los dos hombres regresaron al poblado y, al día siguiente, se levantaron temprano para adentrarse de nuevo en el bosque (sonido del pandero chino). El cazador le tendió la mano al ciego para guiarle, pero el hombre ciego dijo: 
- No es necesario: ahora conozco el camino. 
Y echaron a andar. El ciego iba delante, pero ni una sola vez tropezó con las raíces que sobresalían del suelo ni con las ramas ni con los árboles caídos sobre el sendero. El ciego recordaba a la perfección cómo era el camino: giraba cuando había que girar y esquivaba todos los baches del terreno. 
Los dos hombres caminaron durante varias horas (sonido de pasos golpeando el suelo con los pies) hasta llegar al claro del bosque donde el día anterior habían tendido las trampas. 
(7ª diapositiva)
El cazador vio en seguida que había un pájaro atrapado en cada una de ellas. El pájaro de su trampa era pequeño y tenía un plumaje sucio y gris, mientras que el de la trampa del ciego era toda una belleza, con plumas de color carmesí, verde y dorado. 
- Hemos atrapado un pájaro cada uno –le dijo el cazador al ciego-. Siéntate aquí mientras voy a sacarlos de las trampas. 
El ciego obedeció, y esperó sentado mientras el cazador se dirigía a las trampas, diciéndose a sí mismo: 
“Un hombre que no ve no podrá distinguirlos”.
¿Y qué pensáis que hizo? Pues le dio al ciego el pequeño pájaro gris y se quedó con el hermoso pájaro de plumas carmesíes, verdes y doradas. 
El ciego tomó el pajarillo gris y se levantó, y luego los dos hombres emprendieron el camino de vuelta al poblado. Cuando llevaban un buen rato andando, el cazador dijo: 
- Si eres tan inteligente y puedes ver con las orejas, respóndeme a una pregunta: ¿por qué hay tanto odio y tanta ira y tantas guerras en este mundo?
Y el ciego le contestó: 
- Porque el mundo está lleno de gente como tú, que se queda con lo que no es suyo. 
(8ª diapositiva)
Al oír aquello, el cazador se sintió muy avergonzado. Entonces cogió el pequeño pájaro gris de las manos del ciego y le entregó el hermoso pájaro de plumas carmesíes, verdes y doradas. Luego le rogó que le disculpara: 
- Perdóname –dijo. 
Y siguieron caminando y caminando, y, al cabo de un rato, el cazador dijo: 
- Si eres tan inteligente y puedes ver con las orejas, respóndeme a una pregunta: ¿por qué hay tanto amor y tanta bondad y tanta ternura en este mundo?
Y el ciego le contestó: 
- Porque el mundo está lleno de gente como tú, que aprende de sus errores.
Y siguieron caminando y caminando hasta que por fin llegaron a casa. 
Y desde aquel día, cada vez que el cazador oía que alguien le preguntaba al ciego: ¿Cómo puedes ser tan sabio?, pasaba el brazo sobre el hombro del hermano de su esposa y respondía con una sonrisa:  
- Porque ve con las orejas… y escucha con el corazón.

La voz de los sueños y otros cuentos prodigiosos, Hugh Lupton.
(9ª diapositiva)

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